Hay en cada rincon de esta cumbre singular, en sus musgos, piedras y ladrillos erosionados por el tiempo y los acentuados elementos que obran en las alturas, un halo de magia que impregna el ambiente, reconforta el cuerpo y da vigor al espíritu. Hay en las imágenes una misteriosa presencia, la vibración indeterminada y permanete que se capta en otros lugares talismán: La Oliva, Veruela, Covadonga... Quizá son imanes donde quedan atrapadas las sensaciones producidas por focos universales de energía convergentes en un espacio terreno reducido.
¡Cuantos ojos abiertos! ¡Cuantos espíritus desnudos en un milenio! Allí están suspendidos en la materia y el espacio lágrimas, ilusión, éxtasis, ruego, dolor, conocimiento, esperanza ...
Todo el bajage divino y humano permanece intacto, imperturbable, emergiendo de los escombros, del abandono y los yerros, aunque los tiempos disfrazados de silencio, no pueden verlo.
El autor: Angel Millán Esteban